Soy el corcho, extraído con cuidado y respeto de la corteza de mi fuente de vida, el alcornoque. Aunque mucha gente me reconoce por ser el sello protector de sus botellas de vino favoritas, tengo mucho más que ofrecer, especialmente en el mundo de la  bioconstrucción.

He sido valorado en la construcción por mis propiedades únicas. Por un lado, soy un aislante térmico y acústico natural. Cuando me instalan en paredes, suelos o techos, ayudo a mantener el calor en invierno y la frescura en verano. Además, mi estructura celular absorbe sonidos, creando ambientes tranquilos y serenos en los espacios donde resido.

Mi especial textura ha inspirado que además de tapón de botellas, pueda ser una pieza ergonómica en la que apoyeis vuestras nalgas para mejorar  vuestros procesos de meditación, que el Movimiento Doo Too considera una pieza clave de la necesaria reconexión de los humanos con la naturaleza. Por lo que han creado un espacio muy especial para meditar en la cubierta vegetal con el corcho como epicentro.

Me gustaría que se me empezase a percibir no solo  en mi rol de tapón de botella, sino en mi papel como la rampa de despegue de la humanidad a la comprensión de que un mundo mejor es posible, si todos ponemos nuestro granito de arena.