LA MADERA EN LOS BUNGALOOWS DOO TOO
Soy la madera. Desde que soy una pequeña semilla, la vida comienza con una promesa. Cuando germinó en el suelo, comienzo mi vida como una delicada plántula que busca desesperadamente el sol. Con cada rayo de sol que absorbo a través de mis hojas y cada gota de agua que tomo de la tierra, comienzo a crecer, alimentado por el milagro de la fotosíntesis.
La fotosíntesis es mi manera de alimentarme. Mis hojas capturan la luz solar y, con ayuda del dióxido de carbono que absorbo del aire y del agua que tomo del suelo, produzco glucosa. Esta glucosa es mi fuente de energía y la base para crear la celulosa, que es esencial para formar mi estructura leñosa.
A medida que crezco, año tras año, formo anillos concéntricos en mi tronco. Cada anillo representa un año de mi vida. Estos anillos son una combinación de células más claras y oscuras. El tejido más claro, llamado xilema temprano o leño primaveral, se forma al comienzo del período de crecimiento y es más suave. El tejido oscuro, xilema tardío o leño estival, se forma más tarde en la temporada de crecimiento y es más denso y duro.
Estos anillos no solo cuentan la historia de mi edad, sino también las condiciones ambientales de cada año. Años de buen crecimiento, con mucha lluvia y sol, me darán anillos más anchos. Años de sequía o estrés me darán anillos más estrechos.
Mi corteza externa protege todo este tejido interno. Actúa como un escudo contra el mundo exterior, protegiéndome de plagas, enfermedades y otros peligros.
Con el tiempo, me he convertido en una torre majestuosa, hecha principalmente de madera, que es esencialmente celulosa y lignina entrelazadas. Esta madera no solo me da la fuerza para alcanzar grandes alturas y resistir fuertes vientos, sino que también se ha convertido en un preciado recurso para la humanidad.
Desde mi perspectiva, ser un árbol es una danza de crecimiento lento pero constante. Con cada día que pasa, con cada rayo de sol y gota de lluvia, añado un poco más a mi historia, grabada en la madera que genero desde mi núcleo. Soy un testamento viviente del paso del tiempo, una combinación de ciencia y poesía en la naturaleza.
Desde tiempos inmemoriales, he sido un testigo silencioso del progreso humano. Antes de que el hombre aprendiera a construir conmigo, ya estaba allí, en forma de árboles que ofrecían sombra, refugio y alimento a las primeras civilizaciones.
Con el tiempo, los humanos descubrieron que podían utilizar mi estructura firme y flexible para construir sus hogares. Durante la Edad de Piedra, ya se me utilizaba para crear herramientas sencillas y refugios temporales. Estas primeras construcciones solían ser chozas y cabañas con techos de hojas y pieles.
A medida que las civilizaciones evolucionaban, también lo hacía su habilidad para trabajar conmigo. En el antiguo Egipto, por ejemplo, aunque predominaban las construcciones de adobe y piedra, se me usaba en barcos, muebles y techos. Los fenicios, grandes marineros, tallaban grandes troncos para construir sus navíos.
Durante la Edad Media en Europa, se me elevó a una posición de gran prestigio en la construcción. Majestuosas estructuras de madera, como las vigas de los techos en las catedrales y las casas con entramados de madera, eran comunes en todo el mundo. Fui moldeada, tallada y ensamblada en magníficas estructuras que todavía perduran.
Sin embargo, con la Revolución Industrial, el acero y el hormigón comenzaron a tomar protagonismo en las construcciones urbanas. A pesar de eso, nunca me relegaron completamente. Seguí siendo el material preferido para hogares en muchas partes del mundo debido a mi calidez, belleza y renovabilidad.
Hoy en día, con el resurgimiento del interés en la construcción sostenible, he recuperado mi lugar en el corazón de los arquitectos y constructores. Las técnicas modernas, como la construcción en madera laminada cruzada, me han llevado a nuevos horizontes, permitiendo la construcción de edificios altos, conocidos como «rascacielos de madera».
En las cabañas de Doo Too estoy presente en la estructura de vigas de pino que sujetan la cubierta vegetal y en las ventanas y puertas, además de ser el combustible que alimenta la estufa de inercia. Podría estar en más elementos pero se ha reducido mi presencia al máximo para evitar la tala de árboles.
A lo largo de los siglos, he visto emperadores y reyes, guerras y paz, ciudades crecer y caer. Aunque los materiales y las técnicas han evolucionado, una cosa sigue siendo constante: la relación especial entre la humanidad y yo, la madera. Soy un recordatorio de que, a pesar de los avances tecnológicos, a veces la naturaleza ofrece las soluciones más simples y duraderas. ¡Y espero seguir siendo parte de la historia de la humanidad durante muchos años más!